lunes, 9 de diciembre de 2013

Historia de Castro de Filabres.-Almeria


Castro de Filabres tiene su origen en un campamento, con toda probabilidad el de la reina bereber Al Kahima, a finales del siglo VI o principios del VII, la mítica reina de un pueblo romanizado (de ahí el término Castro) venido del norte de Africa huyendo de las tropas del Islam que se extendían por las tierras del Mediterráneo sur.

El caminar histórico y la vida cotidiana de Castro se encuentran totalmente vinculados a la Sierra, a sus riquezas y al trabajo de unos hombres y mujeres curtidos en la necesidad, pero firmemente arraigados al encanto de su pueblo. La historia más conocida de Castro arranca a principios del siglo VIII de nuestra era con el establecimiento en las laderas de la sierra de un grupo de beréberes norteafricanos llamados yarawá, que llegaron a Almería huyendo de los árabes.
Estos beréberes, muy romanizados y cristianos, estuvieron dirigidos por una reina de nombre al-Kahima. El nombre de Castro procede del topónimo latino que se refiere a campamento y todos los datos históricos apuntan que estos beréberes norteafricanos romanizados lo fundaron y que la reina al-Kahima plantó allí su campamento, de donde consecuentemente le viene el nombre. Es curiosa la historia de nuestra sierra de Filabres como refugio de minorías religiosas perseguidas. A principios del siglo VIII aquí hallaron refugio los beréberes romanizados huyendo de los árabes. Desde aquel siglo vivieron en paz hasta el siglo XII unas comunidadesde mozárabes, muchos de los cuales se fueron con el rey aragonés Alfonso el Batallador a repoblar el valle del Ebro. En el último tercio del siglo x se refugió en Velefique un grupo de jarichíes, secta musulmana perseguida en Córdoba por los rigurosos maliquíes, que habían conseguido hacerse con el clero musulmán del califato gracias a la protección que les dispensaron los omeyas cordobeses. No cabe la menor duda de que a Castro llegó la influencia del gran santón sufí hispanomusulmán Sidi Abu Ishaq Ibrahim ibn al-Hayy, nacido en el cercano pueblo de Velefique y al que la historiografía le atribuye la construcción de la fortaleza de su pueblo y 20 mezquitas en los otros pueblos de la sierra. Más tarde, una vez que los Reyes Católicos plantearon a los musulmanes del reino de Granada que se bautizaran o emigrasen, los vecinos musulmanes de los Filabres se alzaron en armas y resistieron a los ejércitos castellanos hasta su muerte. Durante 70 años se refugiaron musulmanes devotos, que disimularon y conservaron su fe, y cuando los moriscos de la Alpujarra, el Andarax y el Almanzora se rebelaron y volvieron a las prácticas religiosas musulmanas, desde los pueblos de la Sierra bajaron los alfaquíes para adoctrinarlos en la fe que tenían olvidada. Los filabreños defienden su tierra con torres, alcazabas y castillos, de los que quedan las ruinas en algunos pueblos o al menos existen algunas referencias documentales. Castro también contó con una fortaleza árabe de la que quedan sus ruinas. La mayor parte de los topónimos medievales desaparecieron durante elsiglo XVI cuando llegaron los nuevos pobladores a Castro y hoy los que quedan responden a los topónimos modernos recogidos por los censos de Ensenada, confeccionados por los vecinos a mediados del siglo XVIII. En Castro pertenecen a esta época los topónimos de distintas zonas del término municipal, como molino del Aljibe y pagos del Olivo Grande, de la Balsa, de las Animas, del Barranco de la Balsa, Caserones, Cuesta y Ejido, Heras, Zaurdillas, Pradillo, Loma de Altazar, Hoyas, Carrascal, Barranco de los Cocones, Cortijillo, Frailes, Castaños y Moraleda. Tan sólo Mezar es medieval. Tras la conquista de las tierras de los Vélez, Vera, Filabres, Baza y Almería por los Reyes Católicos en 1489, éstos se reservaron unos pueblos del reino de Granada para administrarlos ellos directamente, a los que se llamó de realengo, para distinguirlos de los de señorío, que eran pueblos dados con determinadas facultades y limitaciones a los nobles que les habían asistido y servido con sus personas, haciendas y vasallos durante la guerra de Granada. Los pueblos de los Filabres fueron dados en señorío a diversas personas de la nobleza vinculadas a los monarcas. Así los Reyes Católicos dieron Castro de Filabres, Olula de Castro y Uleila del Campo al Duque del Infantado en 1490.

Más tarde, Castro pasó a los herederos de don Enrique Enríquez, con lo que su señorío o "Estado de Tahal" se compuso de 14 lugares, de los que se conservan ocho y los otros seis quedaron despoblados en el 1570. Según el Censo de Ensenada, el señor obtenía de renta de Castro unos 2.046 reales. Castro de Filabres pagaba a la Iglesia, según el Censo de Ensenada de 1752, unos 1.514 reales por el diezmo. A título de anécdota, a mediados del siglo XVIII, el cura de Castro vivía en Velefique, desde donde atendía su parroquia, de la que percibía 222 reales de primicias al año. Entre 1502 y 1568 la población del Estado de Tahal es totalmente morisca, con media docena de cristianos viejos. Cuando entre 1568 y 1570 se rebelaron los moriscos de la Alpujarra, en la zona de los Filabres se sumaron a las armas más de 800 hombres, que fueron derrotados por don Juan de Austria. De los 3.000 moriscos que vivían en el Esta do de Tahal al comenzar la guerra, más de la mitad perecieron, unos en el combate y la mayor parte de hambre y enfermedades. Una cuarta parte fueron vendidos como esclavos y la otra cuarta parte huyó a Murcia o fue sacada a Albacete y llevada a Cuenca. De Castro y Olula de Castro salieron unos 100 moriscos. Sacados los moriscos de los pueblos de la sierra de los Filabres, el panorama de soledad y abandono era sobrecogedor. Se impuso la repoblación y ésta fue muy lenta. Castro se repobló con diez vecinos, y a finales del siglo XVI sólo quedaban ocho. Desde la rebelión de los moriscos, Castro y muchos pueblos de los Filabres no lograron alcanzar el nivel de población que habían tenido. El paulatino movimiento de población posterior de Castro de Filabres se refleja en losdistintos censos, en los que se anotan los vecinos que vivían en el pueblo. Así, en 1752 habitaban en Castro unos 176 vecinos; a mediados del siglo XIX, unos 257; a principios del siglo XX, unos 426, que es el mayor nivel de población existente en Castro en los últimos siglos, para descender a partir de la década de los cuarenta, y sobre todo de los setenta, con el fenómeno generalizado de la emigración, que tomó como destino la capital de la provincia, las tierras catalanas y las vecinas repúblicas de Francia y Alemania. Economia. Castro está experimentando un importante desarrollo en los últimos años,gracias a la labor de sus representantes públicos, y felizmente está saliendo del olvido en que se tenía en unos años de incuria y de abandono. La nueva carretera que le une con Tabernas facilita ampliamente el acceso al pueblo y ello supone una mayor posibilidad de visitas en el marco del turismo ruraly de desarrollo de Castro.
Son muchos los castreños que viven en la capital y que están rehaciendo sus antiguas viviendas construidas de pizarra. Los encantadores y frescos veranos de Castro vuelven a poblarse de vecinos en busca de la tranquilidad y del anhelo de respirar el airepuro de los Filabres. Castro está recobrando la alegría que siempre tuvo. La hospitalidad de sus habitantes contribuye de una manera importante a sentar las bases de un futuro esperanzador, que no se puede truncar, y que todos los que aman las costumbres y la historia de los pueblos de nuestra Sierra de Filabres deben contribuir a defender.

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